El registro coloquial es la variedad más extendida e importante del uso informal. Constituye un uso socialmente aceptado en situaciones de la vida cotidiana, es decir, en las habituales para...
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El registro coloquial
Lengua

El registro coloquial

El registro coloquial es la variedad más extendida e importante del uso informal. Constituye un uso socialmente aceptado en situaciones de la vida cotidiana, es decir, en las habituales para los hablantes. Se emplea sobre todo en la variedad oral, aunque esto no quiere decir que no pueda utilizarse (una carta familiar) o reproducirse en un texto escrito, como ocurre en la obra dramática de José Luis Alonso de Santos, Bajarse al moro . Rasgos característicos de este registro son: la oralidad, la interactividad, la informalidad y la ausencia de planificación.

Por otra parte, el registro coloquial no constituye un uso uniforme, puesto que su realización concreta depende del nivel sociocultural de los hablantes: no hay que confundir, pues, lo coloquial con la falta de cultura. Los hablantes cultos también utilizan el registro coloquial en la conversación cotidiana y pueden, en un momento determinado, hacerlo en una situación formal. Los hablantes de escaso nivel cultural, por el contrario, se caracterizan por su imposibilidad de salir del ámbito de lo coloquial. Incluso caen en las ultracorrecciones cuando intentan utilizar un registro más formal.

Características del registro coloquial

Las características del registro coloquial que aparecen en el cuadro siguiente se corresponden con cada uno de los niveles de análisis de la lengua y se relacionan, además de con la oralidad, con lo cotidiano, con lo informal y con lo espontáneo y subjetivo:

Nivel fónico
  • Importancia del acento de la entonación y de los alargamientos enfáticos (¿Qué has sido túuuu?, ¡Noooo!).
  • En el discurso oral, tendencia a la pronunciación relajada (ciudá, instituto) .
  • Presencia de onomatopeyas: ¡Buaaaa!
Nivel gramatical
  • Presencia de vocativos y elementos apelativos: Oye, Mira, ¿Entendéis?, ¿Eh?,¡Tú! ¿Vale?, ¿Me oyes?
  • Presencia de elementos intensificadores y atenuadores de la afectividad: morfológicos (pero es que esa chica… ¡qué tipazo!, sin embargo la de las gafillas es feúcha), sintácticos (mis padres están con mi hermano que se suben por las paredes).
  • Uso de pronombres y adverbios deícticos que se refieren al contexto situacional: yo, tú, aquí, ahora . Preferencia por el tuteo.
  • Uso del dativo ético: No te me remontes.
  • Uso frecuente de conectores de diverso tipo para marcar la cohesión textual: es que, pero, además, aparte, por cierto, bueno…
  • Sintaxis abierta: paráfrasis, rodeo explicativo, redundancias, anacolutos ( Yo, desde que vi esa película, me gusta más el cine ), orden subjetivo de palabras ( un cigarro, dámelo por favor ), enunciados sin terminar ( tío… no tenía ni idea… no sabía que… ).
  • Uso abundante de oraciones exclamativas e interjecciones: ¡ Cállate ya, caramba! – Mayor frecuencia de coordinación y yuxtaposición, frente a la subordinación.
Nivel léxico-semántico
  • Uso de un léxico común con términos de frecuente utilización y de significado poco preciso; palabras baúl ( cosa, poner, eso, hay, gente… ), frases hechas: aquí el que no corre, vuela , y metáforas cotidianas: menuda empanada mental, tienes, tío .
  • Léxico abierto: incorporación de palabras jergales: curre, mogollón